sábado, 22 de diciembre de 2012

Requiem por el Swing

Dedicado a mi amigo Javier


Imaginemos una metáfora... tienes un hijo, lo ves nacer, crecer, dar sus primeros pasos. Lo acompañas durante muchos años, cuidándolo, mimándolo, viéndolo abrirse al mundo, unas veces de buen ánimo y otras no, pero siempre a tu lado. Y de repente enferma. Y no de un resfriado o algo que se cure con antibióticos y descanso, sino de una enfermedad degenerativa que requiere de un costoso tratamiento, de mucho esfuerzo, trabajo y constancia.

Y que además dicho hijo sufre el acoso de unos matones, a quienes el director del colegio y los adultos apoyan incondicionalmente.Y que tu familia y personas mas cercanas no solo no te apoyan sino que te muestran una total indiferencia, viendo como su estado es cada vez peor.Y que un día, a pesar de todos tus desvelos, dicho hijo muere (vuelvo a recordar que esto es una metáfora)...

¿Y si os dijera que dicho hijo es un negocio? ¿Que llegó a "cumplir" mas de dos décadas? ¿Que la enfermedad degenerativa es la crisis, los matones la SGAE y la familia la administración pública local (ayuntamiento y diputación)?

Pues es lo que ocurrió a mi amigo Javier y su local Swing Café Jazz, para algunos una historia mas de un comercio local cerrado, otra de tantas producto de esta feroz crisis, pero para el (y también en parte para mi) mucho más, el fin de la historia no de un simple negocio, sino de un local de ocio nocturno que durante muchos años fue parte del corazón de este pueblo, Alcalá de Guadaira, local por cuyo escenario pasaron muchos músicos y artistas, y que ha dejado a la ciudad un poco mas huérfana de esa cultura tan alejada de los grandes teatros y escenarios y tanto o mas necesaria.

Os dejo a continuación la carta de despedida que escribió tras el cierre.


Carta abierta del  Swing Café Jazz. 1987-2011 
Como dice la canción, “Todo tiene su final y nada queda para siempre” (bonita frase)
Allá por el 24 de noviembre del 87, dada la escasez de música de calidad en Alcalá, di forma a un proyecto del que nació el Swing Café. Su mismo nombre constituyó su más genuina carta de presentación: compás, ritmo, feeling y sobre todo swing. Y parece que gustó al gran público. 
“¡Por fin un garito diferente!”, decían, aunque la mayoría no lo comprendieran. A veces, algún despistado me pedía cosas distintas, ante lo cual yo, siempre de buen talante, respondía: “Querido amigo, este es mi pequeño palacio del swing y si aquí sonara otra cosa, no sería ni igual ni mío”. Algunos, pese a todo, continuaban insistiendo, “¿Puede poner a los Chichos?”. Que mi amigo Er Pata  los perdone... 
Pero estamos en 2011 y tras veinticuatro años me retiro tras bajar el telón. Una singladura muy larga que ya había iniciado mucho antes, con tan solo 16 años, al principio de la cual trabajé de camarero o DJ o de lo que se terciara, tanto en lugares elegantes como en los más cutres. Y cada uno con su encanto particular. Fue esa experiencia, dura y fructífera, la que me llevó a adquirir la ciencia apasionante de llevar bien un garito. 
No quiero ponerle punto final a esta etapa sin dar las gracias a todos los Alcalareños que en ella me han acompañado, que han llenado mi local de alegría y de tertulias, entre copas y buen jazz. Aunque la música, como todo, requiere un aprendizaje y tampoco faltaron -en minoría, eso sí- malos alumnos. Lo bueno, lo bueno de verdad, es siempre difícil y no se aprende a apreciarlo en un cuarto de hora. La cultura de calidad y, en ella, el buen vino y la buena música, piden tiempo, piden un 'tempo' largo, piden reflexión y paladeo instruido. 
Porque el jazz no es una moda. El jazz es una música con la misma profundidad y complejidad que la clásica o que el 'rock and roll'. Y, como ellos, precisa, para poder ser apreciado en todos sus matices, de un largo proceso que se ve recompensado con el acceso a un mundo maravilloso de ritmos, de sensaciones y de lenguajes. Y por eso mismo, por el Swing han pasado algunos de los mejores músicos del panorama nacional e internacional. Y no solo para tocar Jazz, sino también artistas de otros ámbitos: clásicos, magos, actores o cantaautores y siempre con la compañía de una copa bien servida. 
Cantaautores como Álvaro Laguna, LuisMiguel Azogui, Ruben Marquez, Nacho Herrera, Aquiles del Campo Band (jazz), Ismael Sánchez, y otros muchos que dejaron su toque personal en el Swing. 
Swing se convirtió en sinónimo de local de buena música. 
Y en estas llegó la famosa SGAE (Sociedad General de Autores y Editores), la que dice defender, sin animo de lucro, los derechos del autor, aunque lo que defiende, en realidad, es su propia especulación intelectual (a veces, incluso, sin lo de “intelectual”). Y se cargó el invento. Con su bulimia recaudatoria, su ciega e insaciable codicia, me obligó a pagar un canon si quería poner su música. Y yo me negué a pagar porque entendía que no toda la música que se escuchaba en mi local era gestionada por ellos (más bien era una muy pequeña parte de su repertorio) y que eran ellos los que me debían pagar a mi por darla a conocer y hacerles publicidad gratuita. 
Y fue así como llegué al mundo del copyleft (música autogestionada por los artistas y empleada a través de servicios como Jamendo o Lamundial, que no exige tarifas tan abusivas como las de la SGAE). Gracias a ello, descubrí a geniales artistas (y otros no tanto, ya que como en botica hay de todo) hasta ese momento por mí desconocidos.
Formé, con la ayuda de mi amiga Ana María Méndez (sin ella no habría sido posible), la asociación VACHE para defendernos entre varios establecimientos, de los ataques de la SGAE. Comenzamos una lucha, empleando sus mismas armas. Aunque ningún otro establecimiento de Alcalá me acompañó en estas batallas no dudé en seguir adelante.
Y como las desgracias nunca vienen solas, a este problema se añadieron otros como la mala gestión del ayuntamiento, la falta de plazas de aparcamiento, el apoyo a las grandes superficies en detrimento de los pequeños negocios, la presión de la policía local hacia el consumidor en las zonas de ocio, o la falta de financiación. 
Por todo esto el Swing, un local emblemático del ocio alcalareño, fue perdiendo clientela poco a poco. mientras el ayuntamiento prefería gastar a espuertas en decorar sus despachos, en obras faraónicas, en propaganda institucional, en pagar cantidades millonarias en horas extras ,90 mil € en cava en la inauguración del Teatro y otros dispendios. 
Un ayuntamiento que prefiere dejar el pueblo “bonito”, aunque sea a costa de  llevar a que cierren negocios y más negocios. Bonito, tranquilo y limpio, con sus calles muy bien alineadas. La hermosura, la tranquilidad y la limpieza de los cementerios. 
Y el Swing cerró. El proyecto murió. Pero yo sigo vivo, vivito y coleando, y dispuesto a seguir dando guerra. Que algunos no lo olviden. 
Gracias de nuevo a todos los que hicieron posible la existencia del swing café-jazz, y un saludo y un recuerdo muy especial a Ismael Sánchez, que estuvo en este proyecto desde el primer momento y que permaneció a mi lado hasta el último minuto. 
Fue bonito mientras duró… 
Firmado 
Fco Javier Gandul Fernández

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